Ayer mientras preparaba una práctica y olorosa pasta de ajo a fin de agilizar mis tiempos futuros en la cocina, me disponía a pelar unas 7 u 8 cabezas de ajo (un tanto demasiado para mi corta paciencia) y mientras lo hacía, ya en la recta final estuve a punto de abandonar y dejar de lado a los 5 últimos dientecitos que esperaban pacientes ser removidos de su cáscara. Al final, pues no abandoné mi ardua misión y concluí victoriosa pero no sin antes preguntarme: ¿Por qué estuve a punto de rendirme ya cuando estaba por terminar? ¿Cuál era esa fuerza tan poderosa que me impedía continuar? Y no, no es la primera vez que me pasa… Tengo la capacidad de ser muy disciplinada con muchas cosas, es decir, no me cuesta empezar nada y logro mantenerme al pie de la letra durante mucho tiempo pero sí se me hace facilísimo abandonar justo cuando ya estoy presta a llegar a la meta. Me pasa con diferentes cosas en diferentes ámbitos y ni comencemos con lo más banal y básico como el ejercicio y las benditas dietas. Para qué me mato 1 mes o 2 con un régimen alimenticio relativamente decente para luego sucumbir ante la gula? Por qué no puedo bajar a Pérez como prometí 2 veces al día? ahorrar, leer más, procrastinar menos? Ah! y la más absurda de todas, estudiar días para un examen y al cabo del último capítulo querer abandonar las últimas 10 páginas las cuales tal vez, solo tal vez, sean las más importantes de todo el material… ¿?
En fin, honestamente aún no tengo la respuesta al por qué, simplemente quería preguntármelo en letras altas y quién sabe, tal vez, a medida que escribo dar epifánicamente con una respuesta.
Yo por mi parte trataré de deliberar menos y actuar más. Dicen que hay más tiempo que vida pero a veces el tiempo se cansa de darnos oportunidades.
TC
Karlotita con Ka 