El título de esta entrada parece un refrán mal dicho del Chapulín Colorado, pero fueron 4 días de jolgorio los cuales aproveché para tomarme un descanso forzado y reflexionar un poco sobre la cuenta regresiva que se activó una vez enterramos la sardina y se levantó desde hace un par de días la no tan controlada veda electoral.
No pretendo hacer de esta entrada párrafos sin fin de quejas contra la política o politiquería barata y abundante cuales peces y mariposas característicos de nuestra pequeña S acostada, pero sí un llamado a tomarnos en serio estas elecciones. Ya la sardina enterrada, demostremos que no es solo el carnaval la única fiesta importante para el panameño. La fiesta electoral y el camino hacia las elecciones debe ser un recorrido de verdadero escrutinio y pensamiento crítico.
Yo soy de esas románticas que piensa que el pasado no nos define para siempre y como tal podemos enseñarle a las generaciones que apenas están formándose que el panameño y la panameña no son solo un ente juega vivo, bribón y oportunista y que encima se enorgullece de su idiosincrasia, sino que ha aprendido de sus errores, es resiliente y se sacude la rodillita una vez se tropieza para levantarse cual fénix y poder decir «¡basta ya!».
Me resulta muy irónico como hemos perdido nuestro sentido de pertenencia y simplemente «existimos» en una realidad pasiva en la que además de quejarnos de lo mal que está todo no hacemos nada más -por supuesto que me incluyo-. La corriente nos arrastra cual camarones dormidos los cuales despertamos solamente cuando un corrientazo de banda ancha o data ilimitada toma posesión de nuestros cuerpos.
Hay una realidad sombría e innegable y es aquella que reza que es la masa crítica de electores quienes votan por el jamón o la que es puramente partidista.
¡Despertemos, camarones! Nademos contra la corriente investigando, leyendo, preguntando, indagando todo y a TODOS. Votemos por propuestas realistas y no por sueños de opio o utópicos. «Nuestros candidatos deben estar preparados, con historiales libres de antecedentes dudosos; candidatos congruentes, respetuosos e incluyentes» (esto lo leí en algún sitio). Y sí, se que parece que hablo del candidato unicornio, ese que solo existe en nuestros sueños más exóticos, pero sí están ahí, bajo la pila de ratas y corruptos a los que quinquenio tras quinquenio seguimos dándoles otra oportunidad disfrazada de resignación.
Por último, pero no menos importante. El escrutinio y el examen de conciencia debemos enfocarlo también a lo personal. Hagamos introspección: ¿Por qué elijo al maleante? ¿Por qué me conformo con el famoso y deprimente «robó pero hizo»? ¿Es este candidato mi reflejo? ¿Por qué me identifico con tal o cual grupo y sus líderes? En ocasiones -para no generalizar- simplemente estamos proyectando nuestra esencia en el otro. Colarme en una fila, pasarme la luz, estacionarme en el espacio para personas con discapacidad, manejar por el hombro, redondear una cuenta para quedarme con el excedente, acordarnos de los más necesitados solamente para navidad para luego hacer casi que una película imax 4xD a fin de mostrarle al mundo que fuimos «altruistas por un día» -a mi ver comparable a los candidatos que van a tugurios a regalar y repartir sueños y promesas de campaña en campaña-. Este y otros ejemplos, son pequeñas muestras de que podemos no ser tan diferentes de aquellos a quienes escogemos.
No más amnesia selectiva. Más memoria de elefante para más que recordar, no olvidar. Aterrizar esos hechos y procesos históricos en el contexto actual en el que nos desenvolvemos el cual liga indudablemente nuestra manera de ser y actuar con los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor.
«Ningún hombre es demasiado bueno para gobernar a otro sin su consentimiento»
«Ningún hombre es demasiado bueno para gobernar a otro sin su consentimiento»
– Abraham Lincoln
Karlotita con ka.
muy acertado el articulo y en el momento indicado
Me gustaMe gusta