A veces en medio del intercambio de opiniones en las redes sociales, pareciera que hemos despertado nuestro interés hacia el prójimo aclamando libertad de culto, justicia y equidad para todos, sin embargo, un par de “scrolls” y la otra cara de la moneda cae en la palestra… Vemos como una igualdad de intereses se asoma por el “feed”, pero en contradecir y crucificar el “trending topic”.
Batmans contra Supermans, Lannisters y Starks, Messis y Cristianos, fundiéndose en una melcocha de dimes y diretes, a fin de defender al oprimido y atacar al opresor. No nos damos cuenta que al final del día nuestra batalla no es en honor a la minoría o una Oda al “chollywood” y a los políticos sino en honor al señor ego. Son más las ganas de opinar, de hacerme escuchar, de sentir que tengo la razón, que triunfo cuál reina de carnaval y que mi voz o mis letras han viajado y sido adoradas en una galaxia muy, muy lejana, al ser leídas, compartidas y “retweeteadas” por unos pocos, varios o muchos y mi maravilloso ego ha sido alimentado por cargas mutantes de dopamina y aprobación. Y no, no pienso que nada de esto esté mal, lo que está mal es dejarlo hasta ahí; que el poder de la palabra y de llegar a mucha más gente a través de las redes no quede solo en que me escuchen o me lean sino que convierta en verbo toda la verborrea mediática con la que pretendo salvar al pobre, al damnificado, a los niños, a los ancianos, al tranque, a Trump, la Levy, Varela, al feminismo, los gays, el perro, el gato y el calentamiento global. Es cierto que una golondrina no hace verano (soy refranera de cuna) pero por alguien se debe empezar. Si yo comienzo a actuar un poco más y a opinar un poco menos, tal vez le cure milagrosamente la sordera a mi vecino y la ceguera a mi follower y lo contagie de empatía, pero la de verdad, esa que no solo nos llena los ojos de lágrimas ante la injusticia sino que nos llena de fuerza -cuál espinaca de Popeye- a combatirla. Esa empatía que nos pone en la calle a participar de las marchas a las que tanto convocan pero a las que nadie va (incluyéndome), esa que nos agarra del brazo cuando se nos ocurre tirar basura en la calle, aquella que nos invita a compartir lo que tenemos no lo que nos sobra, la que nos invita a decir buenos días, buenas tardes y buenas noches a conocidos y extraños, a regalar sonrisas solo porque sí y sobretodo y la más importante de las cosas importantes a jugar justo no a “jugar vivo”.
Así que como definitivamente no soy muda, comienzo HOY porque no hay que esperar al lunes para comenzar nada, a curarme de la ceguera y la sordera.
Vivimos un día a la vez y asimismo puedo salir de ese trance zombie que nos tiene ensimismados y con los dedos pegados al teclado con una acción positiva a la vez.
KarlotitaconKa.
Excelente escrito. Es el reflejo de las redes sociales hoy en día. Hay días que prefiero no leerlas ya q tanta peleadera por “tener razón” agota. Sigue escribiendo así
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Gracias por tu comentario pero sobretodo gracias por leerme 🙂
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